Gabriela Pérez del Solar: Esperando a Ailani

Gabriela Perez del Solar, Gaby para el mundo, dió a luz a la pequeña Ailani, el "Condor" peruano, que voló muchos años a Italia, fue entrevistada por la Revista Caretas durante la dulce espera.

Compartimos con ustedes esta interesante entrevista.

Caretas
Congresista de la República por Unidad Nacional, la más votada de su partido y quinta a nivel nacional.Relajada, echada, los ojos cerrados mientras la maquillan con destreza. Sus grandes manos abrazan su panza de seis meses en la que crece Ailani, su primer bebé. “Tengo ganas de dormir todo el día”, dice. Típica de mujer embarazada. Aún así, aunque tiene chofer, prefiere manejar ella misma desde San Isidro hasta el centro de Lima donde le harán las fotos. Ser independiente es su principal característica.

–Pestañas postizas, sombras, manicure francesa… en tu época de voleibolista por la selección ir a la peluquería sería algo ajeno a ti. –

Para jugar lo que te preocupaba era que el pelo no te fastidiara, que no te cayera en la cara, así que un par de ganchos y a la cancha a sudar. Básico también era ponerte un sostén cómodo para saltar. Esas eran nuestras preocupaciones “estéticas” antes de un partido.
–Estás embarazada de 6 meses, ser mamá es algo que siempre quisiste. Sin embargo cuando jugabas en Italia, por contrato, no podías salir embarazada, podían multarte hasta por 100 mil dólares. ¿Tenías que firmar sí o sí? –
Si querías jugar al voley profesional sí. En todos los contratos que los clubes hacen allá hay esa penalidad. Si querías jugar profesionalmente y ganar un año buena plata, tenías que hacer un esfuerzo. Así que postergué el ser mamá aunque tenía pareja. Además, sentía que esa persona no era la que yo había puesto en mi camino para ser el papá de mi hija o hijo.
– Ahora que esperas una hija de tu pareja Johnny León, ¿sientes que él es la persona o fueron más las ganas de tener un hijo y la presión del tiempo por haber cumplido 40 años? –La presión no, si no hubiera tenido un hijo artificialmente o con cualquier persona. Definitivamente estoy feliz de que él sea el papá de mi hija. ¡Y no es hawaiano como pusieron en los chismes de Ellos & Ellas! Es americano. Sus padres son de la Isla de Guam, pero él es americano.
–Te casaste con un italiano y ahora el futuro papá de tu bebé es un americano, bastante más bajo que tú. ¿Crees que a los peruanos les intimida que seas tan alta? –Definitivamente. El peruano es acomplejado, es machista. Ahora las cosas están cambiando un poco, pero para mí fue difícil no solo por mi tamaño, sino por mi manera de ser. He vivido más de 15 años en Europa y me he acostumbrado a ser independiente y libre, a no tener que pedir plata, a mantenerme sola, y eso a los peruanos les fastidia un poco. Aunque eso está cambiando, el hombre solo ya no puede mantener la economía familiar.
– No es solo cuestión de economía, como realización personal y autoestima es gratificante para las mujeres ser independientes. –Así es, una mujer independiente económicamente es más respetada por la pareja. Los maltratos en todos los niveles sociales son porque la mujer depende del hombre hasta económicamente. Si no es así, puedes mandarlo a rodar.
–¿Te piensas volver a casar? –Más adelante seguramente. Ahora vivimos juntos disfrutando al máximo de la bebé. Lo hemos conversado, pero no es algo que nos angustie.
–En el 2004 regresaste al Perú tras 16 años en Italia. ¿Qué te motivó a regresar después de tanto tiempo en Europa? –Más que la familia y el querer estar con mis papás, fueron las raíces las que me jalaron de regreso. En Italia era feliz, pero no al 100%. Algo me faltaba y era estar en el Perú. Es mi país, mi gente, las preocupaciones, el estrés, la política… Vine en el 2004 a reflexionar y me quedé. ¡Estoy feliz de haber regresado!
–Tus proyectos de vida son bien radicales: después de inaugurar tu hotel Pakaritampu en Cusco, tan cerca de los Apus, te sumergiste en el Congreso y la urbe. –Adoro Ollaytantambo, me encanta ir de vez en cuando, pero yo no podría vivir allá. Estoy acostumbrada a la ciudad, al caos.
–Leyendo tu perfil congresal veo que estás de comisión en comisión. ¿Estás logrando lo que querías cuando postulaste o te sientes en un laberinto? –Los de mi bancada, Unidad Nacional, todo el día corremos como locos entre las comisiones, reuniones, recibir gente, hacer gestiones, estudiar los proyectos de ley, prepararse para los plenos. Desgraciadamente hay hechos que malogran la imagen del Congreso, y la de todos los congresistas. Aparte de eso estoy tranquila, contenta, aunque es difícil estarlo cuando ves a tanta gente pobre, para la que es tan complicado resolver sus problemas.
–Imagino que cuando postulas y entras al Congreso sientes que podrás hacer cambios, aportar en temas que te motivan, y al final terminas inmersa en un sin fin de comisiones. –El primer año comencé en la comisión de educación porque el deporte está ahí, pero no hay muchas cosas que se puedan hacer desde el Congreso por el deporte. Lo que quisiéramos todos es que vuelva la Educación Física a los colegios, pero eso depende del ejecutivo.
–¿No hacen Educación Física en los colegios estatales? –No, porque no hay presupuesto para los profesores, así que ellos están en la calle, sin trabajo. Todos los cursos son importantes, pero igual de importante es la Educación Física. Practicar deportes forma, da valores, disciplina.
–Debe ser frustrante, un darse contra la pared. –Sí, no es fácil.
–Has declarado que a veces cuando te dicen congresista no sabes si agachar la cabeza o sentirte orgullosa. ¿Sigues sintiendo así? –Prefiero que me digan Gabriela o Gaby. Con todo lo que pasa, con lo que se ve, las cosas escandalosas y hasta ridículas, da vergüenza.
– Siempre radical, después de tantos años jugando voley, dejaste el deporte. ¿Realmente no haces ningún ejercicio? ¿No sientes la necesidad? Estar embarazada no es excusa, podrías caminar, nadar, hacer pilates. –He hecho toda mi vida deporte. Por contrato tenía que hacer ocho horas de ejercicios y me llegué a hastiar. ¡Ahora entrar a un gimnasio me da náuseas! Un retoque de brillo en los labios y el maquillaje está listo, el peinado también. Mientras conversábamos le cortaron cerquillo y alisaron el pelo con una plancha. Las chicas de la peluquería Tucci se acercan alborotadas a tomarse fotos con ella. Cuando al fin se pone de pie, sentimos su 1.93 metros de estatura. No soy baja, pero junto a ella me veo ínfima. ¡Qué grande eres, Gaby!, exclamo. “Alta”, aclara ella con una media sonrisa.

(Caterina Vella- Caretas)

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